En nuestra sociedad nos vemos continuamente bombardeados por ciertas aseveraciones
que se nos presentan como verdades indiscutibles y que no son más que convencionalismos
políticamente correctos con escaso fundamento.
Una de estas verdades indiscutibles es la igualdad de sexos.
Pues sí es discutible. Hombres y mujeres no somos iguales. Por si el
sentido común no fuese suficiente, numerosos estudios, en fisiología (evidente)
y psicología (también evidente) avalan esta afirmación. Por supuesto, gozamos
de los mismos derechos y de la misma dignidad, pero derechos y dignidad se
derivan de nuestra condición de hijos de Dios, no de coincidencias anatómicas y
psicológicas. En una sociedad que se aparta de Dios, no queda más argumento
para sustentar la igualdad de derechos que una supuesta “igualdad literal” que
las ciencias y el más elemental sentido común se empeñan en demostrar como
falsa. Por eso a veces el edificio de la igualdad se tambalea cuando se confronta con la realidad, y ciertos sectores de nuestra sociedad hacen juegos malabares defendiendo esa supuesta igualdad frente a un cúmulo de evidencias en contra.
Tenemos cuerpos, mentes y espíritus distintos. Y eso, amigos, está pero que
muy bien…
Os dejo para ilustrar esta entrada un vídeo muy divertido que explora esas
diferencias. Es un poco largo pero merece la pena. ¡Disfrutad!
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